Haydee Gaxiola
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Unison campus Caborca, 15 de enero de 2024.- Importantes investigaciones sobre el insecto conocido como “Chinche o triatomino”, son las que se realizan en la Universidad de Sonora, campus Caborca, por parte del equipo que encabeza Edgar Alfonso Paredes González, docente del programa de Químico Biólogo, perteneciente al Departamento de Ciencias Químico Biológicas y Agropecuarias.
El académico responsable del laboratorio de Parasitología explicó que desde hace bastante tiempo investigan la importancia médica sobre estos insectos, los cuales, a su vez, son transmisores de un parásito que se llama Trypanosoma cruzi.
Orígenes
Paredes González detalló que, en minas de Brasil en el año 1909, el doctor Carlos Chagas descubrió, la relevancia médica de estos insectos, y estudió casos clínicos en la comunidad, por eso se le conoce como “Enfermedad de Chagas”.
“Empezamos descubriendo en Sonora las especies de estos insectos transmisores del parásito; conforme encontramos a los insectos, nos dimos cuenta de que recorremos algo que ya se ha hecho; sin embargo, aportamos información sobre las diferentes especies y áreas donde están estos insectos; además observamos la presencia de Trypanosoma cruzi”, resaltó.
El investigador explicó que a la par de encontrar estas especies, se trabaja con el parásito en el laboratorio, donde se realizan diversas inoculaciones en ratones para analizar su comportamiento.
Atención a flujo transmisor
Enfatizó también que existe flujo de transmisión en animales silvestres, y al acercarse las chinches a los domicilios, utilizan al humano o animales domésticos como fuente de alimento, ya que son hematófagos, de esa forma mediante sus heces trasmiten el parásito.
Complicaciones en el cuerpo humano.
Paredes González advirtió que este parásito es el agente etiológico de una enfermedad que lastima a personas vulnerables, sobre todo a aquellas que no tienen una vivienda digna, con puertas y mosquiteros para que no entren insectos, los cuales tienen una medida de tres centímetros de tamaño.
“Cuando el parásito ingresa al cuerpo no da señales, a los primeros dos o tres meses ya aparece en sangre, y la persona no se da cuenta, es cuando da fiebre, malestar general, decaimiento, diarrea, todo un cuadro de problemas médicos ya que no es fácil identificarlos. Con el tiempo, el parásito se va a tus tejidos, como corazón e intestino”, señaló.
Detección y tratamiento
El docente dio a conocer que, después de que han pasado más de 114 años desde su descubrimiento, existen dos fármacos que se utilizan, por lo que es importante detectarla en los primeros inicios de su presencia, ya que si se descubre al parasito en la sangre se hace diagnóstico, y se puede dar medicamento y alivio.
Mediante diversas pruebas de laboratorio, como pruebas PCR, y biología molecular, se puede determinar la presencia del parásito en la sangre, por lo que es importante estudiarlos, y a su vez estudiar los reservorios y a las personas afectadas.
El académico recordó que el primer caso donde los investigadores vieron el parásito en sangre, fue en Guaymas, Sonora en 1959, por lo que invitó a la población a estar al pendiente de la presencia de estos insectos y no descartar sus múltiples riesgos para la salud.