La urgencia de replantear las condiciones de las personas en situación de calle y acabar con el asistencialismo social que solo ve este problema de manera vertical, expuso la profesora-investigadora Virginia Romero Plana, durante la conferencia magistral “Ex migrantes en situación de calle: desamparo, desconexión y violencia”.
Durante el II Foro Internacional de Difusión y Fomento a la Investigación en las Ciencias Sociales en el campus Caborca de la Universidad de Sonora, la investigadora en las líneas de pobreza, género y migración compartió una experiencia de su investigación realizada entre el año 2018 y 2019 entre migrantes en situación de calle en Hermosillo, Sonora.
México alcanzaba en 2016 la cifra de 9 millones 375 mil 581 personas en situación de pobreza extrema (PE), es decir, el 7.6 % de la población en todo el país (Coneval, 2017), en 2018 fue de 7% y para el 2020 se elevó a 8.5%.
“Lo anterior lleva a replantear desde el trabajo social esta urgencia por encontrar estos significados de pobreza y poner sobre las mesas de trabajo nuevas estrategias y lineamientos sociales y políticas de desarrollo social”, enfatizó.
Al plantear sus consideraciones teóricas habló de la pobreza, pobreza extrema, pobreza multidimensional y lo subjetivo de la pobreza. Señaló que ha trabajado principalmente con población masculina, hombres que estuvieron trabajando por mucho tiempo en Estados Unidos enviando de manera constantes las remesas a sus familias a México y que luego por diversos motivos fueron deportados.
“Y ahora a sus cincuenta y tantos y sesenta años como adultos mayores se encuentran vagando en las calles de algunas ciudades de la frontera Norte”, dijo. Su estudio se basó en las historias de 8 hombres ex migrantes deportados de Estados Unidos y que actualmente no regresan a su lugar de origen.
La intención es describir las situaciones de cada uno de ellos y poner sobre sobre la mesa ciertos aspectos analíticos que bien se pudieran retomar en otro contexto de pobreza para fortalecer algunos de los puntos, y partir de ahí se pueden generar ejes de intervención desde el trabajo social, desde la antropología aplicada o desde la psicología, argumentó.
Estos hombres anónimos acuden a un albergue Casa Amigo en Hermosillo y cuentan sus historias de violencia durante el camino, su estancia en Estados Unidos, dicen sentir la vergüenza por el “no éxito” en su aventura migrante pero también por el orgullo de la experiencia migratoria, compartió la investigadora.
Ellos ahora trabajan limpiando vidrios, vendiendo dulces o el periódico en los cruceros de la ciudad, pues al no tener familiares o conocidos en Sonora no encuentran la forma de buscar algún trabajo y se sienten desconectados de la realidad y culpables del lugar en el que encuentran.
“Vemos que las personas que viven en situación de calle son de las más excluidas no solo por el resto de la sociedad sino también por la estructura política, social y cultural”, señaló Romero Plana.
No hay una política social, al menos no aquí en México que esté atendiendo o cuando menos esté planteando ciertos lineamientos en este contexto incipiente, el problema no es solamente en Hermosillo sino en varias ciudades del Estado, dijo.
En Hermosillo solamente hay dos albergues para atender a las personas en condiciones de calle y las asociaciones civiles y religiosas son las que proveen de los recursos para que cubran las necesidades más básicas, por lo que es necesario acabar un poco con el asistencialismo que solo miran desde la verticalidad.
“Se olvida la cantidad de peligros que hay en la calle, no solamente las adicciones sino la violencia física, mental y emocional a las que se pueden enfrentar estas personas”, externó. Dentro sus propuestas desde el trabajo social, la expositora resaltó la ruptura de los prejuicios sobre las personas en situación de calle, ya que no todas las personas terminan viviendo a la intemperie y consideró que es necesario atender las trayectorias individuales y trabajar la resiliencia y salud emocional de estos grupos sociales.
Agregó que se deben reconstruir las redes socio familiares, buscar activamente las oportunidades laborales y proyectar a largo plazo los proyectos de acción social, deconstrucción de los roles de género, redes de apoyo y proyectos de vida.
Virginia Romero Plana, investigadora del Departamento de Trabajo Social de la Unidad Regional Centro de la Universidad de Sonora; es licenciada en Trabajo Social por la Universidad Complutense de Madrid, y licenciada en Antropología Social y Cultural por la misma casa de estudios.
Es especialista en Derechos Humanos y cuenta con un doctorado en estudios mexicanos con especialidad de Antropología en la Pobreza. Sus líneas de investigación son pobreza, género y migración.
Publicado 23 septiembre 2021
Durante el II Foro Internacional de Difusión y Fomento a la Investigación en las Ciencias Sociales en el campus Caborca de la Universidad de Sonora, la investigadora en las líneas de pobreza, género y migración compartió una experiencia de su investigación realizada entre el año 2018 y 2019 entre migrantes en situación de calle en Hermosillo, Sonora.
México alcanzaba en 2016 la cifra de 9 millones 375 mil 581 personas en situación de pobreza extrema (PE), es decir, el 7.6 % de la población en todo el país (Coneval, 2017), en 2018 fue de 7% y para el 2020 se elevó a 8.5%.
“Lo anterior lleva a replantear desde el trabajo social esta urgencia por encontrar estos significados de pobreza y poner sobre las mesas de trabajo nuevas estrategias y lineamientos sociales y políticas de desarrollo social”, enfatizó.
Al plantear sus consideraciones teóricas habló de la pobreza, pobreza extrema, pobreza multidimensional y lo subjetivo de la pobreza. Señaló que ha trabajado principalmente con población masculina, hombres que estuvieron trabajando por mucho tiempo en Estados Unidos enviando de manera constantes las remesas a sus familias a México y que luego por diversos motivos fueron deportados.
“Y ahora a sus cincuenta y tantos y sesenta años como adultos mayores se encuentran vagando en las calles de algunas ciudades de la frontera Norte”, dijo. Su estudio se basó en las historias de 8 hombres ex migrantes deportados de Estados Unidos y que actualmente no regresan a su lugar de origen.
La intención es describir las situaciones de cada uno de ellos y poner sobre sobre la mesa ciertos aspectos analíticos que bien se pudieran retomar en otro contexto de pobreza para fortalecer algunos de los puntos, y partir de ahí se pueden generar ejes de intervención desde el trabajo social, desde la antropología aplicada o desde la psicología, argumentó.
Estos hombres anónimos acuden a un albergue Casa Amigo en Hermosillo y cuentan sus historias de violencia durante el camino, su estancia en Estados Unidos, dicen sentir la vergüenza por el “no éxito” en su aventura migrante pero también por el orgullo de la experiencia migratoria, compartió la investigadora.
Ellos ahora trabajan limpiando vidrios, vendiendo dulces o el periódico en los cruceros de la ciudad, pues al no tener familiares o conocidos en Sonora no encuentran la forma de buscar algún trabajo y se sienten desconectados de la realidad y culpables del lugar en el que encuentran.
“Vemos que las personas que viven en situación de calle son de las más excluidas no solo por el resto de la sociedad sino también por la estructura política, social y cultural”, señaló Romero Plana.
No hay una política social, al menos no aquí en México que esté atendiendo o cuando menos esté planteando ciertos lineamientos en este contexto incipiente, el problema no es solamente en Hermosillo sino en varias ciudades del Estado, dijo.
En Hermosillo solamente hay dos albergues para atender a las personas en condiciones de calle y las asociaciones civiles y religiosas son las que proveen de los recursos para que cubran las necesidades más básicas, por lo que es necesario acabar un poco con el asistencialismo que solo miran desde la verticalidad.
“Se olvida la cantidad de peligros que hay en la calle, no solamente las adicciones sino la violencia física, mental y emocional a las que se pueden enfrentar estas personas”, externó. Dentro sus propuestas desde el trabajo social, la expositora resaltó la ruptura de los prejuicios sobre las personas en situación de calle, ya que no todas las personas terminan viviendo a la intemperie y consideró que es necesario atender las trayectorias individuales y trabajar la resiliencia y salud emocional de estos grupos sociales.
Agregó que se deben reconstruir las redes socio familiares, buscar activamente las oportunidades laborales y proyectar a largo plazo los proyectos de acción social, deconstrucción de los roles de género, redes de apoyo y proyectos de vida.
Virginia Romero Plana, investigadora del Departamento de Trabajo Social de la Unidad Regional Centro de la Universidad de Sonora; es licenciada en Trabajo Social por la Universidad Complutense de Madrid, y licenciada en Antropología Social y Cultural por la misma casa de estudios.
Es especialista en Derechos Humanos y cuenta con un doctorado en estudios mexicanos con especialidad de Antropología en la Pobreza. Sus líneas de investigación son pobreza, género y migración.
Publicado 23 septiembre 2021